Puede que el sindicalismo en nuestro país esté atravesando sus horas más bajas, al menos el representado por los sindicatos mayoritarios, y es posible que se haya establecido una distancia casi insalvable entre la clase obrera y sus tradicionales representantes y valedores. Ahora que el sindicalismo parece haber perdido su memoria, que tan sólo aparenta representar a una determinada aristocracia obrera; ahora que mantiene un estado de permanente connivencia con las patronales y el poder; ahora que muchos de sus representantes han olvidado su orgullo de clase… justo ahora, precisamente ahora, es el momento de reivindicar el “viejo” sindicalismo. Un sindicalismo orgulloso de su pasado, de su presente y firme en su futuro como pieza clave en el equilibrio de fuerzas entre los que poseen los medios de producción, y los que, al carecer de ellos, se ven obligados a vender lo único que poseen: su fuerza de trabajo.
Un claro ejemplo del sindicalismo de clase que queremos recordar y reivindicar es el de la Federación Italiana de Obreros Metalúrgicos (FIOM), creada a principios del siglo XX y que, con su larga tradición de lucha, es el más antiguo sindicato industrial de Italia.
Un recorrido por su historia, sus luces y sus sombras, con grandes momentos de crisis en las décadas de los 80 y 90; continuos conflictos con la todopoderosa Fiat plagados de dolorosas derrotas; la nefasta “era Berlusconi”, las consecuencias de la competitividad internacional despiadada etc. Podemos vivir esta evolución casi en primera persona, ayudados por la narración de los secretarios generales que han dirigido la FIOM desde 1994 hasta hoy, y llegar a reflexionar acerca de la interrogante que el autor nos plantea: “¿vive la FIOM un renacimiento imprevisto y efímero?”.
El tiempo lo dirá…