Canción y texto para seguir siendo pobres pero honrados


Audio en mp3 aquí

Se me hace la camisa pompa cuando pienso que no tuve tiempo de despedirme de ti. Ni en el hospital ni tampoco después, en tu último día. Tampoco pude hacerlo en el encuentro que mantuvimos todos juntos, no me salían las palabras. Así que he pensado escribirte estas letras y dialogar contigo, por mi bien.

Todos los días me acuerdo de ti. Es la primera vez que me pasa. Nunca antes, ni siquiera cuando murió mi padre, pasé tantos días acordándome tanto tiempo de una persona que murió. Supongo que, además de por los años que hace que nos conocemos, es también por la edad: aunque eras mayor que yo, se podría decir que esta vez pasó “rozando el poste” y eso inquieta mucho y hace pensar. Pero el caso es que me acuerdo de ti cuando salgo a correr, cuando llego al despacho, cuando acudo a alguna reunión, cuando miro mis fotos, cuando paso por tu calle. Me acuerdo mucho, te recuerdo mucho. Sin duda lo más duro no es saber que no estarás aquí mañana o pasado, sino ser consciente de que no estás hoy aquí, ahora mismo, la certeza de que tu ausencia del presente es definitiva. Los vacíos siempre son vacíos, aunque se rellenen de recuerdos.

He recordado estos días episodios de los últimos 25 años y te veía en casi todos ellos. En mi insomnio de estas últimas noches te he pensado y recordado sentado en una silla en un local destartalado y con un lápiz pequeño en la mano, cuando en el año 1991 esperábamos un resultado electoral incierto; de vacaciones en Cabo de Gata, cuando Sergio y María eran aún pequeños e Irene no sabía caminar; haciendo unas migas en el campo, trabajando en la caseta con un pañuelo negro en la cabeza…. Te recuerdo también dándome consejos sobre mi hija y sugiriéndome la lectura de Markaris y del inspector Jaritos. Isabel y yo te llevamos su último libro al hospital sin saber que también sería tu último libro.

 

Pero lo que quería decirte sobre todo es que vamos a intentar que nuestra dignidad esté siempre por encima de nuestro miedo, que es el de todos. Que vamos a seguir salvando obstáculos por nosotros y por los que vendrán, con sentido común, combinando la generosidad y la austeridad, actuando equilibradamente con el corazón y la cabeza, sin olvidar la pasión, disfrutando de lo pequeño que también es hermoso, para seguir siendo, como tú me decías a veces, pobres pero honrados, y haciendo de la política “la cosa más hermosa de cada día”.

Como no hay más chinches que la manta llena, te envío este poema de Benedetti y este fragmento de una canción de Silvio, nuestro Silvio, para decirte que te echo de menos sobre todo porque contigo sólo tuve certezas, nunca dudas. Jamás conocí a nadie más importante sin apenas alzar la voz, como quien no quiere la cosa, hablando despacio y en tono bajo, siendo uno más para ser el más. Te digo que no te olvidaré nunca. Jamás. Compañero mío. Hasta siempre.

 

A la Izquierda del Roble


No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes

pero el Jardín Botánico es un parque dormido

en el que uno puede sentirse árbol o prójimo

siempre y cuando se cumpla un requisito previo.

Que la ciudad exista tranquilamente lejos.

 

El secreto es apoyarse digamos en un tronco

y oír a través del aire que admite ruidos muertos

cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.

 

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes

pero el Jardín Botánico siempre ha tenido

una agradable propensión a los sueños

a que los insectos suban por las piernas

y la melancolía baje por los brazos

hasta que uno cierra los puños y la atrapa.

 

Después de todo el secreto es mirar hacia arriba

y ver cómo las nubes se disputan las copas

y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.

 

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes

ah pero las parejas que huyen al Botánico

ya desciendan de un taxi o bajen de una nube

hablan por lo común de temas importantes

y se miran fan ticamente a los ojos

como si el amor fuera un brevísimo túnel

y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.

 

Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble

(también podría llamarlo almendro o araucaria

gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)

hablan y por lo visto las palabras

se quedan conmovidas a mirarlos

ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.

 

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes

pero es lindísimo imaginar qué dicen

sobre todo si él muerde una ramita

y ella deja un zapato sobre el césped

sobre todo si él tiene los huesos tristes

y ella quiere sonreír pero no puede.

 

Para mí que el muchacho está diciendo

lo que se dice a veces en el Jardín Botánico

 

ayer llegó el otoño

el sol de otoño

y me sentí feliz

como hace mucho

qué linda estás

te quiero

en mi sueño

de noche

se escuchan las bocinas

el viento sobre el mar

y sin embargo aquello

también es el silencio

mírame así

te quiero

yo trabajo con ganas

hago números

fichas

discuto con cretinos

me distraigo y blasfemo

dame tu mano

ahora

ya lo sabés

te quiero

pienso a veces en Dios

bueno no tantas veces

no me gusta robar

su tiempo

y además está lejos

vos estás a mi lado

ahora mismo estoy triste

estoy triste y te quiero

ya pasarán las horas

la calle como un río

los árboles que ayudan

el cielo

los amigos

y qué suerte

te quiero

hace mucho era niño

hace mucho y qué importa

el azar era simple

como entrar en tus ojos

dejame entrar

te quiero

menos mal que te quiero.

 

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes

pero puedo ocurrir que de pronto uno advierta

que en realidad se trata de algo más desolado

uno de esos amores de tántalo y azar

que Dios no admite porque tiene celos.

 

Fíjense que él acusa con ternura

y ella se apoya contra la corteza

fíjense que él va tildando recuerdos

y ella se consterna misteriosamente.

 

Para mí que el muchacho está diciendo

lo que se dice a veces en el Jardín Botánico

 

vos lo dijiste

nuestro amor

fue desde siempre un niño muerto

sólo de a ratos parecía

que iba a vivir

que iba a vencernos

pero los dos fuimos tan fuertes

que lo dejamos sin su sangre

sin su futuro

sin su cielo

un niño muerto

sólo eso

maravilloso y condenado

quizá tuviera una sonrisa

como la tuya

dulce y honda

quizá tuviera un alma triste

como mi alma

poca cosa

quizá aprendiera con el tiempo

a desplegarse

a usar el mundo

pero los niños que así vienen

muertos de amor

muertos de miedo

tienen tan grande el corazón

que se destruyen sin saberlo

vos lo dijiste

nuestro amor

fue desde siempre un niño muerto

y qué verdad dura y sin sombra

qué verdad fácil y qué pena

yo imaginaba que era un niño

y era tan sólo un niño muerto

ahora qué queda

sólo queda

medir la fe y que recordemos

lo que pudimos haber sido

para él

que no pudo ser nuestro

qué más

acaso cuando llegue

un veintitrés de abril y abismo

vos donde estés

llevale flores

que yo también iré contigo.

 

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes

pero el Jardín Botánico es un parque dormido

que sólo despierta con la lluvia.

 

Ahora la última nube a resuelto quedarse

y nos está mojando como alegres mendigos.

 

El secreto está en correr con precauciones

a fin de no matar ningún escarabajo

y no pisar los hongos que aprovechan

para nadar desesperadamente.

 

Sin prevenciones me doy vuelta y siguen

aquellos dos a la izquierda del roble

eternos y escondidos en la lluvia

diciéndose quién sabe qué silencios.

 

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes

pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico

aquí se quedan sólo los fantasmas.

 

Ustedes pueden irse.

Yo me quedo.

 

– NOCIÓN DE PATRIA (1962-1963)-